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La triste historia del DeLorean

A pesar de ser uno de los automóviles más famosos de Hollywood, el DeLorean en su tiempo no fue ni tan popular ni tan usado. Sin embargo, su historia y legado trascendieron más allá de su época.

Incluso antes del estreno de la aclamada cinta “Volver al Futuro” de Robert Zemeckis, donde el DeLorean se convirtió en una famosa máquina del tiempo, este vehículo ya había dejado su huella. Resulta difícil imaginar para muchos que este icónico bólido, considerado un objeto de culto, ya era una reliquia del pasado en aquel distante 1985.

La triste historia del DeLorean. Michael J. Fox y Christopher Lloyd en "Volver al Futuro", Universal Studios.
Michael J. Fox y Christopher Lloyd en “Volver al Futuro”. Foto: Universal Studios / Amblin Entertainment.

El DeLorean DMC-12, fabricado por la DeLorean Motor Company, una empresa dirigida por el visionario John DeLorean, quien en su momento llegó a ser uno de los directivos más jóvenes de General Motors, fue un modelo único en su tipo. De hecho, fue el único vehículo producido por una compañía que no alcanzó el éxito esperado.

La concepción de este automóvil se remonta a 1976, cuando el prototipo fue diseñado por un talentoso ingeniero llamado William T. Collins, quien trabajaba como ingeniero en jefe de Pontiac. Sin embargo, su producción no comenzó sino hasta cinco años después, tiempo que John aprovechó para asegurar inversionistas y consolidar su empresa. Podríamos decir que fue un tanto astuto en sus tácticas, buscando minimizar los costos y maximizar los recursos a su disposición.

La triste historia del DeLorean. John DeLorean.
El empresario John Z. DeLorean en 1979 con uno de sus autos, equipado con sus características puertas laterales de ala de gaviota. Foto: Tony Korody / Sygma – Corbis.

La fábrica se estableció en Irlanda del Norte, una región donde las altas tasas de desempleo azotaban a la población, llegando incluso a incrementar los índices de violencia en un 40%. No obstante, John no anticipó que los empleados disponibles en largas filas carecían de experiencia laboral, e incluso algunos nunca habían tenido empleo anteriormente. Esta falta de experiencia tuvo un impacto negativo en el control de calidad del vehículo.

El diseño del DeLorean DMC-12 contaba con dos características distintivas. En primer lugar, destacaban sus puertas de apertura estilo gaviota, que le conferían una apariencia única. En segundo lugar, su carrocería de acero inoxidable sin pintar se convirtió en un sello distintivo del empresario y director de la compañía, siguiendo los pasos de figuras icónicas como Henry Ford, quien popularizó sus autos en color negro.

A simple vista, este deportivo aspiraba a convertirse en un automóvil revolucionario, un hito en la industria automotriz. No obstante, la vida nos enseña que las cosas no siempre salen como uno espera. En el año siguiente, 1982, la empresa se declaró en quiebra debido a problemas fiscales, los altos costos asociados a la verificación de calidad del vehículo en la sede de Detroit y la negativa de las concesionarias a venderlo, ya que la empresa no cubría los gastos de reparaciones de defectos.

Tiempo después, John se enfrentó a un juicio por acusaciones de tráfico de drogas, aunque fue declarado inocente. Sin embargo, para entonces, la marca DeLorean ya había desaparecido y quedado en el pasado. Paradójicamente, si no fuera por la película producida por Steven Spielberg, es posible que el DeLorean no hubiera alcanzado la fama que goza hoy en día. ¿No crees que es curioso cómo el cine puede influir en la percepción y el conocimiento que tenemos de un automóvil?

En la actualidad, aún es posible adquirir un DeLorean, ya sea el modelo original o uno con modificaciones modernas. No obstante, debes estar preparado para desembolsar una considerable suma de dinero si deseas poseer uno de estos icónicos automóviles.

La triste historia del DeLorean
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Alberto Perea

Melómano por herencia; bailarín frustrado y con dos pies izquierdos; un vago sin remedio; escritor de dudosa calidad; redactor que olvida comas y acentos; baterista hasta cuatro compases; poetastro (de esos que apestan); cantante de regadera; director de cine y teatro en sus sueños; Pero eso si, a toda madre el vato.

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