Durante la famosa Guerra de las Corrientes, la envidia de Edison le llevó a matar seres vivos con tal de ensuciar la reputación de Tesla.
Viajando a aquellos años en los que ni tus abuelos vivían o estaban planeados, en los que el primer mundo tenía algo llamado avance tecnológico previo a lo que hoy se conoce como cinematografía, fue inventado un objeto tan famoso, pero tan temido como solo lo puede ser la silla eléctrica.
Los Orígenes
Aunque muchos le atribuyen su invención a un dentista anónimo o nombrado en la pila bautismal de los huevos de cualquier blogger, vamos a basarnos en fuentes de confianza como El Rincón del Vago o Wikipedia para contar la siguiente historia.
La silla eléctrica, antes de ser la silla eléctrica, fue solo un invento por encargo de Harold Brown. Hace más de un siglo, en 1886, los gringos de New York estaban en búsqueda de un método más “humano” que pudiese sustituir a la horca para la ejecución de los condenados a la pena de muerte. Brown fue contratado para ser chaleco (empleado) de Thomas Alva Edison (el vato que inventó el fonógrafo y la lámpara incandescente) e investigar sobre la electrocución.
Harold implementó la electrocución en animales en el camino del prototipo correcto, matando a todos estos en los propios laboratorios de Edison. Por otra parte, Edison era bastante colmilludo y sabía que si presentaba su invención, probablemente las personas no querrían utilizar en su casa la energía eléctrica que se ocupaba para matar a los criminales, fue entonces que se le ocurrió implementar en su invento la corriente eléctrica alterna.
Intermedio: Guerra de las corrientes
*inserte aquí Sonata 11. III. Alla Turca – Mozart*
La corriente alterna es un tipo de corriente eléctrica variable, presenta formas sinusoidales (onduladas, aunque no sé si sea el término correcto) y está presente en cosas como los cables que trasmiten señales de audio: tus audífonos, por ejemplo. Este tipo de corriente era la implementada en los inventos de un tal Nikola Tesla, a quien le debemos el Wi-Fi, aunque ni siquiera llegó a conocerlo.
La corriente continua, por otra parte, era la que implementaba Edison; es un tipo de corriente eléctrica que mantiene siempre la misma dirección; por lo que no se ondula, es como el niño matado de la escuela que nunca conoció las drogas y el sexo, siempre su camino es recto. Según yo, este tipo de corriente es la que está presente en las pilas, pero como la sonata es nada más de adorno puedes preguntarle a un físico que sí sepa de esto.
Ambas corrientes, al tener a sus devotos, dieron paso a lo que los anales de la historia (jaja, anales) conocerían como la guerra de las corrientes: Una guerra protagonizada por el ardor de cola de Edison hacia la genialidad de Tesla, en la que los síntomas de dicho ardor llevaron a Edison a matar públicamente a diversos animales con los prototipos de la silla, solo para demostrar lo mala que era la corriente alterna. Tesla respondió a eso administrándose descargas eléctricas de corriente alterna públicamente mientras salía ileso (puntos para Tesla).
2ª Parte: La ejecución.
Fue hasta 1989, cuando el comité decidió adoptar la silla eléctrica como método de ejecución para los condenados a la pena capital. La invención era muy sencilla: una silla de madera en la que era amarrada una persona recién afeitada de la cabeza. A esta persona se le ponía un electrodo en pies y cráneo para después aplicar choques eléctricos superiores a los 2 mil voltios hasta provocar su deceso.
La primera persona que fue ejecutada con este método fue William Kemmler, un hombre acusado de asesinar a su amante con un hacha. Al ser encontrado culpable, se procedió a la ejecución, la cual se llevó a cabo un 6 de agosto de 1890. La última persona que fue llevada a silla eléctrica fue Daryl Holton, quien fue ejecutado el 12 de septiembre de 2007 por haberle disparado a sus tres hijos después de divorciarse.
De la primera a la última ejecución se inventaron otros métodos como las cámaras de gas, popularizadas por Hitler, y la reciente inyección letal. Ambos implementados en la búsqueda de una muerte menos “dolorosa” para los sentenciados.