¿Recuerdan cómo eran las televisiones y las consolas de los ochenta?
Esos grandes aparatos, que más que ejercer su función, eran propiamente unos verdaderos muebles, adornaban las casas y en especial las salas, formaban parte importante en la decoración.
Empezaremos por ahí; por la sala, el sitio de reunión de toda la familia, donde se desayunaba, se comía y se cenaba en las horas indicadas y muy marcadas, con todos los miembros que conformaban esa familia, y es que, nadie podía faltar.
La televisión era una sola; todos atentos, expectantes, al programa que se estaba viendo, todos reunidos y en familia, como debe ser, como lo decían las madres.
No existía un control remoto, obviamente, te parabas y le cambiabas, te parabas y le bajabas o le subías al volumen, es más, eran las 8 de la noche y se le apagaba, a más tardar a las 9 de la noche, todos a dormir.
En ocasiones veías las telenovelas, pues eran del gusto de mamá, veías el noticiero, y quizá te dejaban ver uno que otro programa, si era del gusto de toda la familia.
Pero eran momentos inolvidables; llenos de risas, de comentarios, de muchas anécdotas entre los hermanos, y de quienes estuvieran en la casa acompañando para ver la televisión.
Si lo que querías era oír música, entonces era encender la consola; ponerla a trabajar, a funcionar, a sacar los discos y darle rienda suelta a cantar, a bailar o simplemente a oír el disco que se ponía.
Muy entretenidos; sentados frente o por un lado de las bocinas de la consola, escuchando aquellas canciones o melodías que a la fecha se oyen por algún lado, románticas, movidas, tranquilas, ya sea para bailar o solo para escuchar.
Había que tener el debido cuidado para que el disco cayera y funcionara de manera correcta; revisabas la aguja, porque ésta se desgastaba y había que cambiarla en ocasiones.
Había consolas grandes, sofisticadas, lujosas, de marca, de una madera genial, brillosa, unos auténticos muebles de colección.
Lo importante era tener una gran colección de discos, llena de todos los géneros, para que pudieras oír de todo y de acuerdo a tu estado de ánimo de aquel momento.
Los había grandes y pequeños, de 33 revoluciones por minuto, que contenían normalmente entre 10 y 12 canciones, 5 o 6 por cada lado, si, existía el lado A y el lado B, tú le dabas vuelta para poder oírlo del otro lado.
Ahora son de colección, el sonido es perfecto, no los había piratas, ya que era mucho más difícil, porque era muy costosa aquella tecnología, eso ayudó a no fomentar la piratería, que si la hubo con el casete, pero otro día hablaremos de él.