“El Exorcista” revitalizó el cine de terror. Una historia basada en un exorcismo real efectuado en Washington en 1949 del que William Peter Blatty, escritor de la novela homónima, escuchó durante sus clases en la Universidad de Georgetown, a partir del cual elaboró también el guion para la película.
¿Quién no ha visto El Exorcista?
Una de las mejores películas de terror.
Llegó a elevar al género a niveles sorprendentes de horror y locura, mostró explícitamente la brutalidad de la posesión. La cumbre del horror expresivo y reinventó el género.
Sin embargo, para quien no la conozca.
Aquí la sinopsis.
Sinópsis.
Regan (Linda Blair), una niña de doce años, es víctima de fenómenos paranormales como la levitación o la manifestación de una fuerza sobrehumana.
Su madre MacNeil (Ellen Burstyn), aterrorizada, tras someter a su hija a múltiples análisis médicos que no ofrecen ningún resultado, acude a un sacerdote el padre Damien Karras (Jason Miller) con estudios de psiquiatría.
Éste, convencido de que el mal no es físico sino espiritual, es decir que se trata de una posesión diabólica, decide practicar un exorcismo.
De premisa simple. En el que convergen elementos sobrenaturales, concepciones bíblicas, un tratamiento sobre el bien, el mal y el sacrificio. Ambientada en los años setenta.
¡Obra maestra!
Pero, la premisa no otorga fuerza, si la narrativa, la composición visual, los efectos y la fotografía enmarca una obra maestra tenebrosa y controvertida.
Es considerada una obra maestra del terror y es indispensable en cualquier filmoteca y colección personal.
A través de “El Exorcista“ el director William Friedkin explora la condición humana, nos sumerge al verdadero sufrimiento y cuestiona nuestra debilidad y fragilidad ante lo desconocido.
Es así que Friedkin hace una exploración estética, sin la exageración o el ridículo, es una película poderosa en todo sentido.
En el sentido visual y narrativo la película fluye sin detenerse en ambigüedades poéticas, simplemente construye una experiencia e inspecciona emociones.
También se enfoca en la posesión, la duda y la fe. Pero evoca en las personalidades de cada personaje, en sus propias dudas y temores.
¡Recomendada!
Sin duda “El Exorcista” contiene todos los recursos visuales, la estética terrorífica, música instrumental paralizante y diálogos blasfemos para atemorizar.
Es una violenta bofetada. Nos escupe a la cara y nos llena de preguntas sin resolver pero que en nuestra propia individualidad interna nos obligamos a responder.
Así es como Friedkin nos sumerge al abismo de la maldad.
“El Exorcista” atrae al espectador al descenso y lo lleva a fundirse con el maligno. Es precisamente en ese descenso todo se torna avieso y que hay finalmente un halo de luz.
Sin duda una oda a lo sobrenatural y una disección de hombres y mujeres en pugna interna tratando de exculpar a sus demonios en un entorno donde no hay escape.
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