Podría escribir sobre sus inicios, podría escribir sobre su extensa obra, podría escribir sobre sus personajes o podría escribir sobre sus apariciones en las películas de Marvel…
Stan Lee fue el héroe de carne y hueso que inspiró a nosotros los simples mortales que podríamos serlo.
Los cómics nos llevaron a ese mundo donde lo imposible se convertía en posible, es verdad que algunos súper héroes llegaban a serlo porque eran expuestos a ciertos químicos que alteraban su adn y les daban súper poderes.
No es que quisiéramos replicar a la exactitud ser mordidos por una araña radioactiva para escalar paredes; lo que en realidad nos inspiraba era ese espíritu de encarar al mal, encarar al delincuente y ser la voz del vulnerable, del débil, del desposeído.
Cuántos de nosotros que en algún momento fuimos víctimas del matón de la escuela; del ladrón de turno, del abusivo del barrio y nos refugiamos en los cómics de Stan Lee para buscar sentirnos protegidos.
Aunque parezca increíble y tonto para algunos, esos superhéroes creados (o co creados) por Stan, sirvieron de fuerza e inspiraron al héroe urbano de nuestra cotidianidad.
Inspiraron al policía, al bombero, al abogado, al criminalista, al médico, al actor, al dibujante, al escritor, al comediante… a un sinfín de gente que se dedica a un sinfín de profesiones y oficios; porque ser héroe hoy en día, significa hacer de este mundo algo mejor empezando por pequeños actos de bondad, porque los cameos que debemos hacer frente a la vida son para mejorar a esta sociedad decadente.
Sí, los cómics de Stan Lee inspiran… Stan Lee inspira, inspira a que soñar no es solo para un niño, que un adulto puede soñar; que hoy en día salvarse a sí mismo es el equivalente a salvar al mundo, porque: “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”.
Paz en su tumba.