Nosferatu: El renacimiento de una leyenda del terror gótico en la nueva película de Robert Eggers.
Hace semanas se estrenó el tráiler de la nueva versión de Nosferatu, dirigida por Robert Eggers y protagonizada por Bill Skarsgård y Lily-Rose Depp, que se estrenará el 25 de diciembre de este año.
Eggers, quien también fue director de La Bruja (2015), afirma que es “una película de terror gótica”, cuyo género ha sido poco explorado y estos escasos filmes tienen como cualidad la capacidad de que el espectador sienta un miedo real, como por ejemplo La Dama de Negro (2012).
Cabe destacar que la novela gótica tiene como componente principal “la búsqueda incesante del miedo”, pero no es un miedo que se limita a un determinado lugar o eventos paranormales, sino que es más bien tratar de sacar a la luz los pensamientos prohibidos y hasta sacrílegos que puede ocultar la psiquis humana, dejando ver en totalidad su parte instintiva. Ann Radcliffe, escritora considerada la madre del terror gótico (1764-1823), decía que “el terror eleva el espíritu y a su vez es el detonante psicológico de la incertidumbre que presagia lo inexplicable”, y Nosferatu bien lo sabe explorar.
Su primera versión, Nosferatu: Eine Symphonie des Grauens (1922), dirigida por Friedrich Wilhelm Murnau y protagonizada por Max Schreck y Greta Schröder, es una adaptación no autorizada de Drácula de Bram Stoker, razón por la que los personajes en el film tienen otro nombre, como en el caso del vampiro que se llama Conde Orlok. Esta película se destaca por ser una muestra del expresionismo alemán, que surgió entre 1914 y 1918, y se distingue por el juego de luces que forma parte de la narración de la historia, donde en algunas partes claves, la sombra adquiere mayor protagonismo que el personaje, ayudando a brindar un carácter lúgubre.
La segunda versión, Nosferatu: Phantom der Nacht (1979), dirigida por Werner Herzog y protagonizada por Klaus Kinski e Isabelle Adjani, fue considerada la obra maestra del nuevo cine alemán (Alemania del Oeste). Este filme a color sigue los mismos lineamientos de la versión de 1922, pero su director le imprime su estilo sin quitarle su calidad expresionista, aunque usa los nombres originales del libro. También hay un juego de luces donde se incluye la niebla, aderezada con la música de Wagner y un final que es todo un giro de tuerca: un Harker vampiro que propaga ‘la peste’ por Europa. Es allí, con esa peste, donde adquiere sentido el nombre de Nosferatu: ‘portador de enfermedad’, ‘infectado’, según algunos lingüistas.
Este estreno, que no es otra simple ‘readaptación’, por ahora nos deja a la expectativa de si sigue los lineamientos clásicos de la narración gótica, si conserva el expresionismo alemán con su estética característica o si el Conde Orlok o Drácula es melancólico, viviendo su eternidad sin brillo, sin belleza, o si, como en la versión de 1979, tendrá un final desesperanzador.
“Nosferatu es el más allá, lo sobrenatural en estado puro”. (Werner Herzog).