Develando el Misterio de las onna bugeisha: Guerreras legendarias de Japón.
La historia nos ha mostrado vidas de mujeres excepcionales, cuya gallardía se convirtió en referente y ejemplo a seguir.
Si revisamos un poco la antigüedad, en ciertos periodos se ha mostrado lo que verdaderamente significa ‘empoderamiento’, y dista mucho de lo que el activismo actual pretende mostrar. Si bien es cierto que hubo algunas épocas bastante duras para la mujer, también hay que decir que hubo épocas donde la mujer supo brillar y supo ser un ente transformador social.
La cultura japonesa no se queda atrás en el legado de mujeres admirables. Aunque la información es poca, durante los shogunatos existió la figura de la mujer guerrera.
Estas mujeres provenían de la casta de los samuráis; ellas, como hijas de estos nobles guerreros, fueron educadas con la misma rigurosidad: entrenamiento en artes marciales y manejo de armamento, entre las cuales destacaba la naginata, que es una lanza de hoja curva que, por su largo alcance, servía como arma de defensa.
No solo eso, además con una fuerte escala de valores como la fortaleza, humildad, autocontrol, obediencia y lealtad, lo que les otorgaba la misma nobleza militar que el samurái.
Esta formación no solo les ayudaba para proteger a sus comunidades cuando los hombres estaban en combate, también eran las administradoras y defensoras de su hogar, además se encargaban de educar a los hijos con los valores propios del samurái: lealtad y coraje.
Durante el siglo XVII bajo el shogunato Tokugawa, se puso fin a las guerras civiles, por lo que el papel de la clase guerrera dejó de tener relevancia: los samuráis se convirtieron en burócratas y la mujer siguió conservando el rol de administradora del hogar y educadoras de sus hijos, sin la labor de protectora bélica.
La última mujer guerrera fue Yae Nijima, quien fue apodada como el Ruiseñor de Japón y la Juana de Arco de Bakumatsu, puesto que era muy hábil en artillería; posteriormente se convertiría en enfermera para la Cruz Roja (1890) y es considerada como la primera mujer activista, ya que buscaba mejorar el estatus social de las enfermeras capacitadas.
Recibió dos veces la Orden Preciosa Corona en su séptima y sexta clase, respectivamente.
Quizás el fuego de la onna bugeisha no solo siga viva dentro de cada mujer japonesa, sino también dentro de cualquier mujer que, además de ser apoyo para su compañero de vida y cuidadora de sus hijos, es la protectora de su hogar.