“Despacito” es de esas canciones que se vuelve fastidiosamente empalagosa y no, no me gusta esa canción.
Hace algún tiempo, salió un curioso artículo que explicaba el porqué esta canción era tan pegadiza; según su productor, esto se debía a que se rompía con la métrica convencional.
No podemos negar que hay canciones que son insulsas en su letras, que no tienen nada de espectacular, a excepción del ritmo. En estas últimas décadas, la mayoría de las canciones se destacan por su base, por su rítmica.
“Despacito” no es la única canción que hace uso de esto para cautivar audiencia, quién no se acuerda de la “Macarena”, “Aserejé”, “Danza Kuduro”, entre otras… en su momento fueron muy exitosas y aún son mucho muy recordadas.
El ritmo es inherente al ser humano, variando la capacidad; pues, algunos captan el ritmo con bastante precisión, mientras otros si acaso pueden seguirle el paso. Además de que el ‘ritmo’ como tal, fue vital a nivel evolutivo como especie.
En un estudio reciente, midiendo la actividad neuronal, la fuerza del ritmo se relaciona con la capacidad de las personas para moverse con la fuerza de este mismo, siguiendo con sus dedos el tempo de la música, se comprueba nuevamente que el ser humano es más rítmico que melódico.
Ahora bien, ¿por qué el ‘reguetón’ sigue siendo tan escuchado? Eso es fácil de responder, se debe a la respuesta cerebral a la estimulación sensorial repetitivo, es decir, el cerebro recibe estimulación auditiva constante y hace que el ritmo, quede impregnado (el famoso ‘dembow’).
Lo que ‘pega’ es el ritmo, porque a nivel musical, otro gallo canta.
El ritmo se convirtió en una fuerza poderosa que seguirá presente, mientras la humanidad exista. El ritmo hace que extrapolemos nuestra emoción, la empatía social, un sin fin de habilidades…
Recordemos que si bien es cierto el ritmo es la base, no lo es el todo, sólo que hace parte de algo más grande: La música.