En la época prehispánica, los perros eran muy apreciados por nuestros antepasados, en especial el de la raza xoloitzcuintle.
Especialistas aseguran que el xoloitzcuintle tiene más de 5,000 años de existencia y la evidencia arqueológica sugiere que acompañaban al hombre en sus migraciones a través del estrecho de Bering. Se considera uno de los perros más antiguos del mundo y probablemente el más antiguo de América.
Los xoloitzcuintle, son una mutación genética (displasia ectodérmica autonómica dominante), que se caracteriza por una piel que permanece en estado embrionario y por consiguiente sin pelo y por un desarrollo menor de la dentadura. Tienen hocico afilado, orejas grandes y puntiagudas, ojos almendrados, desde amarillos hasta negros. Son de colores distintos, que van desde los tonos oscuros, hasta los claros. Casi no ladran, por eso los españoles les llamaron también “perros mudos”.
El término xoloitzcuintle proviene del náhuatl: Xólotl, que significa extraño, e itzcuintli, que significa perro.
A este canino se le ha asociado con Xolotl, gemelo de Quetzalcóatl con cabeza de perro, deidad del ocaso y de la transformación. Fue patrono del juego de pelota donde su imagen era colocada en el Tlacti (cancha) hacia el enfrentamiento de vida o muerte. Mientras que su gemelo Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, es la luz y vida de este planeta que acompaña al Sol al amanecer.
El xoloitzcuintli era un animal sagrado. Se creía que acompañaba a sus amos aún después de la muerte en su tránsito hacia el inframundo, y por eso se le enterraba a su lado. Su inteligencia, así como su temperamento fiel y vigilante, lo hacían perfecto como perro guardián y de compañía. También se creía que estos perros tenían la capacidad de proteger los hogares de los espíritus malignos.
A estos caninos se les consideraba un manjar. Las crónicas del siglo XVI cuentan de altos números de perros servidos en los banquetes. De hecho, durante la colonización europea, los conquistadores lo empezaron a utilizar también como fuente de alimento para sus expediciones. Razón por la que el xoloitzcuintle estuvo al borde de la extinción.
Se dice que el emperador Moctezuma llegó a tener más de cien ejemplares de esta hermosa raza.
Después de la Revolución Mexicana, la imagen del xoloitzcuintle fue adoptada por artistas como Frida Kahlo, Diego Rivera y Rufino Tamayo como uno de los símbolos nacionalistas que intentaban recuperar la identidad mexicana.
Esta raza de perros no recibió reconocimiento oficial en México sino hasta los años cincuenta, en que la Federación Canófila Internacional alertó que la raza desaparecería si no se tomaban medidas drásticas para protegerla. Así se promovió una importante expedición para encontrar xoloitzcuintlis puros en las áreas más remotas de México.
La raza xoloitzcuintli es cautivante, porque además de ser grandes compañeros, nobles y fieles guardianes, son parte importante de la historia y cultura mexicana.