Batman es uno de los superhéroes más respetados, sobre todo porque salva a Ciudad Gótica de todo tipo de corrupción sin necesidad de súper poderes.
Muchos nos podemos identificar con el hombre murciélago porque en algún momento de nuestra existencia, por culpa de la delincuencia (y porque no decir: de la injusticia) hemos perdido a algún ser querido y en cierto momento vemos a la venganza como único camino.
Batman atrae a niños y grandes, todos nos hemos emocionado con sus aventuras y también todos sus villanos.
Un exitoso estreno en la pantalla
Con un estilo visual inspirado en los cortos de Superman y la secuencia musicalizada por Shirley Walker y una versión modificada del tema principal creado por Danny Elfman (musicalizador de la versión de Burton), y de la mano de Bruce Timm y Eric Radomski, llega la serie animada estrenada el cinco de septiembre de 1992 en las pantalla chica en los Estados Unidos, debutando con gran éxito.
Tomando como referente al Batman oscuro y militar de Frank Miller y esa aura gótica que le dio Tim Burton, la serie toma un giro bastante interesante, vemos a un Bruce Wayne en un tono altruista y filántropo. Cada personaje de la serie tiene profundidad, tienen más personalidad, cada uno de ellos tiene un pasado que trata de dilucidar el por qué su comportamiento delictivo y ese cierto gusto por la villanía.
La serie esta muy bien hecha, se nota el trabajo en cuestión de guión, trabajo artístico que hace que no sólo sea exclusivo para niños: una trama que parece dirigida a público adulto, sumándole la carga emocional de cada personaje, que hace de esta serie algo especial, porque si bien es cierto es algo pesada, no recarga de manera negativa la mente infantil, por esas dosis de humor muy bien dosificadas.
Esta serie le dio a Batman lo que en el cómic no tenía: credibilidad, además de resaltar la parte humana no sólo del Caballero de la Noche y sus villanos, sino de toda Ciudad Gótica.