En julio de 2019 se estrenó la versión en Live Action de El Rey León, película animada de 1994 que logró convertirse en un clásico inmediato además de una recaudación mundial de $968,483,777 USD.
A pesar de que fue la primera historia original en cuanto a trama que lanzó la compañía, hoy bajo la dirección de Jon Favreau, pretende revivir este clásico del cine.
Quedando en una pretensión artística más centrada en el realismo que en la magia que la caracterizaba en su versión animada.
Es difícil hablar de esta versión sin mencionar comparaciones con la versión original.
Pues a pesar de ser creadas y producidas por la misma compañía, ambas parecen tan ajenas y distantes entre sí, que se aleja de la calidad artística rigurosa de la compañía Disney.
Nostálgica pero sin vida
Disney nos trae otro live action de una de sus películas clásicas, como si todavía no fueran suficientes las versiones en Live Action.
Basta ver que en números no han podido concretar un éxito mayúsculo como en otros tiempos en los que cada verano, eran sinónimo de éxitos comerciales para Disney.
Esos tiempos quedaron atrás, y en ese afán de volver a repetir éxitos anteriores apelan al golpe nostálgico y melancólico de nuestra infancia.
Ahora nos devuelven a nuestra infancia queriendo darle una nueva faceta a sus producciones infantiles para que los adultos de hoy que fuimos niños, recordemos nuestra infancia, y los que hoy son infantes se enriquezcan con una experiencia única.
En esta versión participan Donald Glover en la voz de Simba, Beyoncé como Nala, Seth Rogen es Pumba, Chiwetel Ejiofor es Scar, Billy Eichner como Timón, entre otros, personalidades que prestan su voz en la versión original.
En la versión latina según el periódico Milenio, Carlos Rivera participa con su voz como Simba, Fela Dominguez como Nala, Sebastián Llapur como Mufasa, Roberto Pisano como Scar entre otros talentos.
Reeditar una historia como El Rey León que es sublime y casi perfecta en todo sentido, emotiva, alegre, visualmente colorida y con una soundtrack maravilloso.
Es una fábula sorprendente que narra sobre el aprendizaje de crecer y enfrentar la vida mientras el proceso de madurar concibes tus responsabilidades.
Tal como lo explica Don Hahn en la página oficial de la película animada:
“It’s about that moment in life when you realize that your father is going to pass on to you his wisdom and knowledge. The circle of life. Someday we all become adults. The baton will be passed on to us and we’re going to have to grow up.”
Don Hahn, http://www.lionking.org/text/FilmNotes.html
La fábula del rey en desgracia.
En términos fantásticos la película es una reflexión interna, acerca del autodescubrimiento, explora como en el monomito de Joseph Campbell y como en el relato siempre el héroe se enfrenta al descenso o también denominado catábasis.
Mas allá del viaje fantástico y místico que lleva al protagonista a descender y luego ascender como en una parabólica.
La experiencia audiovisual de la cinta original está encumbrada como una oda a la sublime ejecución de la exploración profunda del ser humano con un toque humorístico y colorido, dejando un lado el paisaje sombrío y salvaje en el que se desarrolla este universo.
Así, todo lo que funcionaba con la cinta animada, el color, la alegría desbordante, esa fábula con personajes definidos, en proceso de aprendizaje y con una profunda psicología, mantenía una extraordinaria composición de la obra en su conjunto general.
El Live Action carece de todos los elementos interesantes de la versión animada, le falta el color vibrante y apasionante que le daba un toque mágico.
La versión del 2019 quiere acercarse más al realismo que a la fantasía, creando una cinta visual decente, sobria, que podría cansar al espectador por esa sobriedad.
La fábula se vuelve introspectiva perdiendo credibilidad, ya que la animación de los personajes live action se muestra bastante extraña en esa mezcla por humanizarlos en exceso, sin que venga a la mente cada escena que recordamos por la versión animada.
¿Vale la pena?
Sin duda, el live action de El Rey León, es potencial y visualmente magistral, sin caer en comparaciones, pero se queda muy por debajo de la expectativa.
Sombría por si sola, áspera, sin dramatismo, sin emoción, carece de magia, completamente innecesaria pues no solo por ser una copia a sí misma.
No ofrece variaciones, no diversifica y los personajes carecen de la fuerza psicológica que le imprimían en la versión clásica.
La banda sonora tampoco presenta cambios, más que en ciertos arreglos y voces.
En general, es una película que por las expectativas, fuera de lo visual, se queda en un intento más por traer a cartelera una cinta clásica en live action.
Que no pasará como una obra fundamental en la filmografía del cine familiar y mucho menos un éxito comercial de verano.
