El pez diablo sorprendió al mundo con su aspecto aterrador y su extraña biología: descubre su hábitat, cómo sobrevive y por qué su avistamiento es tan raro
En redes sociales fue tendencia un video en el que se apreciaba un pez diablo negro nadando hacia la superficie en Tenerife, imágenes que no solo revolucionaron al mundo científico, sino también a gran parte del público, que le dedicó poemas, peluches, memes y expresó opiniones de todo tipo, desde lo poético de su partida hasta la crueldad de la naturaleza.
Aunque su apariencia no es del todo desconocida, ya que tuvo una breve aparición en la película Buscando a Nemo, su existencia sigue generando curiosidad, pues su hábitat es prácticamente hostil: la zona abisal (las profundidades del mar).
El pez diablo negro, o rape abisal, cuyo nombre científico es Melanocetus johnsonii, vive en todos los océanos del mundo a una profundidad de unos 4,000 metros. Su morfología es bastante curiosa: las hembras alcanzan un tamaño de aproximadamente 20 centímetros y, de su aleta dorsal, se desprende una espina en forma de caña que parece una antena de luz bioluminiscente, la cual les sirve para atraer a sus presas.
Además, cuentan con una gran boca capaz de ingerir ejemplares del doble de su tamaño. Su color, que puede variar entre negro y un ocre muy oscuro, les sirve de camuflaje. Si bien es cierto que son depredadoras, estos peces no persiguen a su alimento, sino que lo esperan, pues la mayor parte del tiempo permanecen en reposo para no gastar demasiada energía, ya que su metabolismo es lento. Además, pueden pasar horas sin respirar debido a que, a mayor profundidad, hay menos oxígeno. Sus ojos son muy pequeños y se han adaptado a la falta de luz solar.
Los machos, en cambio, tienen un tamaño de apenas 2.8 centímetros y poseen un olfato desarrollado que les ayuda a buscar a una hembra siguiendo su rastro de feromonas. Al encontrarla, se enquistan en su cuerpo hasta fusionarse con su aparato circulatorio, estableciendo así una relación simbiótica o parasitaria, pues son incapaces de vivir independientemente y obtener nutrientes por sí mismos. Esta fusión tiene como único propósito la fertilización de los huevos.
Aún no se sabe con certeza qué causó la muerte del ejemplar avistado, pero algunos científicos sugieren que enfermedades, corrientes ascendentes o la necesidad de huir de un depredador pueden hacer que estos peces emerjan. Para los estudiosos de la vida marina, este avistamiento es importante para comprender mejor la evolución y adaptación de estas especies en las profundidades del océano.
La zona abisal, que comienza a partir de los 2,000 metros de profundidad, es un lugar de condiciones extremas. Por ejemplo, su temperatura promedio oscila entre 5 °C y 1 °C (cercana al punto de congelación), y aun así alberga una gran diversidad de especies, tanto vertebradas como invertebradas. Entre ellas destacan el pulpo telescopio, que posee ojos cilíndricos para aprovechar la escasa luz, el calamar de cristal, cuyo cuerpo es transparente y sus órganos son bioluminiscentes, y los gusanos de tubo gigante, que pueden vivir más de dos siglos. También existen especies capaces de sobrevivir hasta siete meses sin alimentarse y que dependen del tacto y el olfato para cazar.
Aún no se sabe con exactitud cuántas especies habitan en esta zona, pues hace falta tecnología capaz de soportar la enorme presión de estas profundidades.
Sin duda, el avistamiento del rape abisal nos demuestra lo sorprendente que es la vida marina y su increíble adaptación a un entorno tan hostil.