¿Por qué en Japón llaman “mexicanos” a los cacahuates japoneses? ¿Acaso no son cacahuates japoneses? Hemos vivido engañados todo este tiempo.
Si te contara que en Japón llaman “cacahuates mexicanos” a los cacahuates japoneses, posiblemente entrarías en un estado de vacío existencial, en un estado catatónico de la materia, pero sí, lo que en las antiguas tierras mesoamericanas conocemos como cacahuate japonés, de japonés no tiene mucho. De hecho, tu cabeza explotará cuando sepas que en realidad todo es un invento de la comunidad gastronómica de La Merced.
Entonces, ¿por qué les seguimos llamando así? Pues en realidad, no terminarás en un estado catatónico, ya que tampoco son un invento de los altos chefs de Tenochtitlan. Y antes de que cierres este artículo a causa de la paradoja que te acabas de plantear, te contaré la verdad, lo mero mero palomero que tienes que saber sobre una botana que parece milenaria.
Para empezar, ¿existe el cacahuate japonés? Sí, pero no es como en Occidente. El mamekashi es, en todo caso, una botana hecha de varias semillas, entre ellas el cacahuate, cubierta por una capa no uniforme de distintos ingredientes, entre ellos la salsa de soya. Su consistencia se parece más a los garapiñados y su sabor es más una mezcla entre dulce y picante, lo que dista mucho de ser un “cacahuate japonés”.
El maní mexicano, que nos han vendido todo este tiempo como nipón, es una semilla cubierta por una harina con melaza (dícese de una sustancia espesa, producto de la cristalización del azúcar), y cuya elaboración requiere del empleo de una máquina centrífuga (si no fuiste a la escuela o no ponías atención a las clases de física, la fuerza centrífuga es lo que hace tu lavadora en la parte en que dice “exprimir”). Una vez lograda la consistencia uniforme, se le echa harta salsita de soya.
Rompiendo la paradoja
¿Recuerdas cuando dije que los cacahuates son el invento gastronómico del barrio de La Merced? A las pruebas me remito y, de hecho, deberíamos agradecer a este barrio por suculento manjar digno de los dioses. Sin embargo, los cacahuates japoneses que son mexicanos, pero no son de México, son un invento igual de mestizo que todos los mexicanos.
La culpa, en este caso, no es de la Malinche, sino de Yoshigei Nakatani, un hombre que trabajó en el país del sol naciente con el mamekashi durante cinco años en una dulcería de Sumoto, de donde es originario. Nakatani llegó a México en el lejano 1932 como empleado de El Nuevo Japón, una empresa que fabricaba botones de concha nácar.
Dicha empresa detuvo su producción y Nakatani, desempleado, tuvo que buscar cómo sacar pa’ la papa de él, su esposa y sus 8 bartolos, entre los que destacan dos artistas: uno como pintor, Carlos Nakatani, fallecido en 2004, y el estupendo cantante, Yoshio Nakatani, fallecido en 2020, quien fue amigo del equipo de Looking Back. Fue entonces cuando se inventó el cacahuate estilo mamekashi, con las variaciones que ya conocemos.
El señor Nakatani se dedicó a vender en su diablito esta nueva botana, que repartía de mano en mano. Fue entonces cuando nació el cacahuate mexicano de autor japonés, que sí es japonés aunque los japoneses digan que es mexicano, y que aquí en México solo fue reinventado e introducido por Yoshigei, quien fue el precursor de esta botana en Occidente.
El resto es una historia un poco más triste, ya que la empresa que comenzó a repartir dicho manjar fue registrada, pero no fue patentada su forma de elaboración. Por lo tanto, empresas como Sabritas y Barcel acapararon el mercado y dejaron al señor Nakatani como un distribuidor de menor impacto. Hoy en día, ya hay hasta cacahuates japoneses en OXXO y 7 eleven.
Si quieres probar los cacahuates que se iniciaron en La Merced, son los de la marca Nipon, que pasó a manos de las nietas de su creador, la tercera generación Nakatani, para posteriormente integrarse a la línea de productos Totis, una división de La Costeña.
Esta nota llega hasta ti gracias a diversas fuentes de confianza, como todo el chisme que me contó Jon Zavala de sus pláticas lavanderas con Yoshio, y la página oficial de Productos Nipon, además, claro, de mi paciencia para buscar información de otras cincuenta fuentes distintas.
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