Los fotógrafos de agüita desempeñaron un papel muy importante en la conformación de la identidad del país, pues tuvieron su auge a partir de la década de los cincuenta y es hasta principio de los ochenta del siglo XX, donde permanecieron.
¡Déjame contarte acerca de los fotógrafos de agüita! Esos personajes que solían poblar los parques y plazas de las ciudades, cargando con su equipo y su cubeta de agua para revelar las fotos al final del día. Sí, esos mismos que lograron capturar la esencia de una época y formaron parte de la identidad de nuestro país.
Aunque parezca mentira, estos fotógrafos ambulantes tuvieron su auge en la década de los cincuenta y se mantuvieron vigentes hasta los ochenta del siglo pasado. ¿Por qué los llamaban de agüita? Pues porque llevaban siempre consigo una cubeta de agua para enjuagar las fotos y limpiar sus cámaras al terminar cada trabajo.
Y no solo eso, también cargaban con escenografía: un caballo de cartón, un jorongo, un sombrero de charro e incluso un paisaje. Todo para que sus clientes tuvieran la mejor foto posible. Y aunque no tenían un lugar fijo, siempre había ciertos puntos donde se les podía encontrar con mayor facilidad, como en el Parque de Chapultepec, La Villa, Xochimilco, La Catedral Metropolitana y La Alameda Central.
Muchos aún recordamos cómo se instalaban en La Alameda Central, con sus cámaras antiguas y sus telones. Era una escena inolvidable, con el majestuoso Palacio de Bellas Artes al fondo y las fuentes que hacían las delicias de grandes y chicos. Había algo mágico en el ambiente, algo que solo se podía capturar en una foto.
Y es que estos fotógrafos eran capaces de capturar momentos irrepetibles, de congelar en una imagen la emoción de una familia en su paseo por el parque o la alegría de unos niños jugando en el agua. Y aunque hoy en día la tecnología nos permite tomar fotos con nuestros celulares o cámaras digitales, hay algo especial en esas fotos de agüita, algo nostálgico y único.
Cámaras y equipo que ya no se usan, momentos que se han ido para no volver, detalles que a veces pasamos por alto en nuestra prisa diaria. ¿No te gustaría volver atrás en el tiempo y revivir esos momentos? Esa época en que la gente se unía para disfrutar de un buen rato y una buena foto, esas pláticas presenciales y personales que hoy en día parecen tan lejanas.
Pero no todo está perdido. Aunque esos fotógrafos de agüita ya no estén entre nosotros, podemos seguir capturando momentos especiales y creando recuerdos inolvidables. Así que la próxima vez que salgas de paseo con tu familia o amigos, no te olvides de tomar algunas fotos y guardar esos momentos para siempre. Quién sabe, quizá dentro de unos años alguien recuerde con nostalgia esas fotos y se emocione al verlas de nuevo.
* En 1983, la fotógrafa Elsa Chabaud recibió un encargo muy especial de la Casa del Lago de la UNAM: hacer un reportaje sobre la vida y el trabajo de fotógrafos como tú. Así nació “Fotógrafos de agüita”, un estudio que explora la fascinante parafernalia y la hermandad de aquellos profesionales que se ganaban la vida retratando a los transeúntes en parques y plazas.