Randy “The Ram” Robinson (Mickey Rourke) fue un luchador profesional en los años ochenta, actualmente, recibe poco dinero por unos combates semiprofesionales en la zona de Elizabeth Nueva Jersey.
Lejos de su antigua gloria, recibe la oferta de participar en un combate por el 20 aniversario de su pelea contra su más conocido oponente, “El Ayatollah”, en el ocaso de su carrera, reflexiona en esta nueva oportunidad de lucha le devuelva el éxito y la fama que alguna vez obtuvo.
Pero su participación se pone en duda debido a que le diagnostican una enfermedad del corazón que pone en peligro su vida si decide volver a luchar, entrará en el dilema de aceptar su destino o proteger su vida alejándose de su única pasión: La lucha.
Esta es la cinta “The Wrestler”, dirigida por Darren Aranofsky, de origen Judío nacido en Brooklyn, Nueva York en 1969. -Construye una fábula moral, entre la redención y el fracaso-. A diferencia de sus obras predecesoras, que basaba su narrativa en la complejidad y el simbolismo como en “Pi: El Orden del Caos”, de 1998; “Requiem for a Dream”, de 2000 y “The Fountain”, de 2006, dos años después, en 2008, presenta “The Wrestler”. Aranofsky en esta obra decide enfocarse en una historia emotiva, conmovedora pero también, maravillosamente dolorosa sobre el esplendor y la decadencia, logrando un simbolismo menor y superada por su riqueza visual.
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El relato de la derrota
La vida de Randy, un luchador patético, el arquetipo del perdedor; ese personaje decadente que se aleja del heroísmo, se estanca en el fracaso constante y recuerda con lejana alegría sus glorias pasadas, anclado a ese recuerdo de dicha entre su realidad añorada y su presente desdichado.
El protagonista, “The Ram”, es el retrato humano de todos los personajes caóticos, y es en ese caos, donde reside su principal belleza.
Y es que los perdedores en el cine y la literatura, poseen una belleza conmovedora, quizá porque retratan la ambivalencia: una lucha como símbolo de esperanza y una derrota como ícono de desesperanza, siendo elementos duales que rigen al individuo en su naturaleza humana y eso es precisamente lo que atrae, porque existe una identidad simbólica entre lo ideal y lo real. Entre aquello por lo que se lucha cotidianamente y aquello que se ambiciona sin alcanzarlo.
Ese retrato brutal del perdedor conmueve por su verídica emotividad. En ”Barfly” de 1987, también protagonizada por Mickey Rourke, narra la existencia de un poeta alcohólico y fracasado llamado Henry Chinaski –el alter ego de Charles Bukowski– quien escribe el guion en modo autobiográfico.
En el libro ”La Senda del Perdedor”, también de Bukowski, su descarada autobiografía plagada de erotismo, alcohol, poesía y un sin fin de fracasos que hacen de su obra una lectura de culto, imagen mítica del perdedor americano, se desnuda ante la derrota y su ansia de manía por lograr una victoria improbable.
En 1995, Mike Figgis nos regalaría los últimos días de vida de un perdedor hundido en el alcoholismo, la pobreza y un romance contemporáneo que tampoco lo satisface, un guionista derrotado, Ben Sanders, protagonizado por Nicolas Cage, ante la búsqueda de su tragedia, estos dos perdedores comparten un deseo de lucha interna y una pugna moral en la decadencia de su derrota.
La historia de “The Wrestler” se encamina por el mismo rumbo del culto por el hombre arrepentido, en plena catársis, buscando su redención, un evidente simbolismo teológico, posteriormente a su decadencia y el fracaso. Pero la cinta de Aranofsky, emplea como detonantes, no solamente la derrota, el arrepentimiento o la búsqueda de redención a través de acciones positivas en oposición a sus malos hábitos, lo corrompe la fragilidad y la desnudez de su aparente dureza emocional, que lo convierte en un hombre cautivador y humano a través de sus errores que lo exhiben más frágil.
A partir de su retiro en la lucha profesional, Randy, intenta exculpar sus faltas, buscando el perdón de su hija, con quien nunca ha tenido una buena relación debido a su abandono y sus problemas con el alcohol. Entra el dilema moral de un arrepentimiento legítimo o un sentimiento de abandono por sus propios amigos y familiares. Refugiándose en el alcohol, un viejo Nintendo y el amor hacia una desnudista llamada Pam, interpretada por Marisa Tomei.
Alejado de los cuadriláteros se refugia en la monotonía de la vida cotidiana. El alcohol. Su hija. El amor de Pam. Y una búsqueda de identidad que lejos de encontrar sentido a su existencia, aumenta la distorsión de su propio mundo irreal e incompleto. Más que nada por su propio abandono, sus excesos y su persistente recuerdo del pasado, gran similitud entre el actor Mickey Rourke y su personaje Randy ”The Ram” en la cinta.
Se extravía una y otra vez en una espiral de arrepentimiento, dolor y vacío y la redención de sí mismo en proceso de aceptación, situación que lo lleva a cuestionarse en su intimidad, si es válido sacrificar lo único que le apasionaba para vivir una vida en decadencia o como en el mito griego de Ifigenia, sacrificarse a Agamenón y así detener su caótica existencia.
Randy es un personaje con una complejidad extraordinaria, logrando que su decadencia incorpore matices entre la dureza emocional, la ternura de su fascinación por el amor puro, el arrepentimiento, el miedo a la soledad y el fracaso desde la perspectiva infantil y pura de Randy, porque se exhibe en su nueva realidad con ingenuidad, curiosidad y profunda tristeza.
A través del personaje central, Aranofsky relata un viaje desde la derrota hacia la esperanza y se detiene para explorar diversas emociones, para identificarse, regocijarse, compadecerse de sí mismo, y establece vínculos con los suyos que antes había abandonado, sin retroceder en el drama elemental, por otra parte destaca la soledad como recurso de contemplación, una metáfora de reflexión que se expande conforme lo asocia al miedo de la pérdida y la muerte, su propia muerte.
Retrato de lo catótico
Es por eso que todos amamos “The Wrestler” porque exalta las virtudes de lucha, persistencia y a pesar de todo de esperanza y grandeza. Elogia la naturaleza humana y su capacidad de aprender de los errores, de buscar el perdón, una segunda oportunidad y encontrarse de frente ante la derrota, el caos y el desorden, porque en el fondo todos somos como Randy, cercanos a la derrota y al espíritu de triunfo, somos esa metáfora del luchador en el cuadrilátero a punto de salir, planteándonos el dilema de atacar o defendernos del ataque contrario. En la derrota buscaremos un halo de esperanza para aferrarnos a ello con la promesa de lograr la gloria.
Curiosidades de la película
- Aunque la película no se enfoca en el tema de la lucha, tiene pequeños guiños a frases muy utilizadas en los noventa cuando existía la WWE. Los fan de aquellos eventos estrafalarios, lo notarán y apreciarán.
- El papel de Mickey Rourke originalmente lo iba a hacer Nicolas Cage, pero éste siendo amigo de Mickey Rourke prefirió dejarle el papel y hacerse a un lado del proyecto. Lo agradecemos.
- En la cinta realmente aparecen exluchadores profesionales retirados, incluso el propio Rourke en la vida real fue luchador alguna vez. Ernest ”the cat” Miller quien interpreta a ”El Ayatollah” fue luchador profesional en los ochenta.
- Al final de la última línea de los créditos aparece la siguiente frase de agradecimiento: ”Los productores y realizadores (del film) queremos extender nuestro más sincero agradecimiento a Axl Rose”.
- No podía faltar hablar de la música de la película a cargo de Bruce Springsteen que compuso especialmente para la cinta la canción “The Wrestler” y ganadora a un Oscar a mejor canción original.