Cuando hablamos de Muscle Cars, automáticamente pensamos en un deportivo estadounidense, de la década de los 60 y 70, con potencia desmedida y un enorme V8 que no escatima en gastar gasolina.
Y es que, hasta antes de la crisis petrolera de 1973, las características de un Muscle Car eran que debía ser un auto mediano con un precio relativamente accesible; pero sobre todo con un enorme V8 desbordado de caballos de fuerza.
Lo que no era una regla es que fuera fabricado en Estados Unidos, pues en un periodo de tiempo similar, México fabricó sus propios Muscle Cars que además solo se comercializaron en nuestro país.
Estos son algunos representantes del músculo mexicano.
Ford Maverick Shelby
Cuenta la leyenda que fue fabricado por México en 1972, es un modelo tan raro y escaso que no hay mucha información sobre él.
Tras el éxito conseguido con los Mustang Shelby, Ford decide ampliar su línea de productos; el elegido fue el Maverick, pues era el auto deportico de entrada de Ford.
Fue presentado en la Auto Expo México de 1971 y el siguiente año inició su producción, lamentablemente limitada a 300 unidades, lo que lo convierten en un modelo casi imposible de encontrar.
La mecánica del Maverick Shelby está compuesta por el mismo motor V8 del Maverick convencional, pero después de someterlo a algunas modificaciones, la potencia se elevó de 200 a poco más de 300 caballos de fuerza.
Estéticamente, el auto se distingue por una gran toma de aire en el cofre, justo al lado un tacómetro, si en el cofre.
El medallón cubierto con persianas y los rines con la leyenda “Shelby”.
En conjunto, una imagen realmente deportiva y agresiva para intimidar a cualquier musculo americano.
Dodge Valiant Super Bee
Corría el año de 1968 cuando la marca americana Plymouth lanzó el Road Runner, un Muscle Car “económico” que carecía de equipo y lujos innecesarios pero que resultó ser todo un éxito.
La buena aceptación de este auto, llevaron a que Chrysler de México replicara la idea de fabricar un deportivo económico, pero con muy altas prestaciones.
Así pues, tomando el Valiant, le agregaron el paquete Super Bee, convirtiéndolo inmediatamente en un demonio del asfalto.
Durante varios años tuvo el título del más rápido de las carreteras mexicanas, tanto así que la Policía federal de Caminos lo utilizaba como patrulla oficial.
Los primeros años tenía un V8 de 5.2 litros que generaba 270 caballos, pero como si eso fuera poco, a partir de 1974 se sustituyó por un V8 de 5.9 litros y 300 HP.
Chevrolet Monte Carlo SS
Es el último Muscle Car con el sello de “Hecho en México” que hemos conocido.
En 1981 el Monte Carlo estrenaba su cuarta generación con un desempeño bastante poderoso gracias a un motor de 8 cilindros en V propulsado por 190 caballos de potencia.
Desafortunadamente en 1984, la vida del Monte Carlo se vio interrumpida por un decreto gubernamental que prohibía la comercialización de motores de ocho cilindros en México.
La buena noticia es que los ingenieros de General Motors decidieron despedirlo con honores, lanzando la versión SS (Super Sport).
La idea original era traer la versión estadounidense del SS, pero había un problema; la versión sencilla de México era más poderosa que la versión SS estadounidense.
Los ingenieros mexicanos no tuvieron otra opción que crear un verdadero monstruo, el resultado fue espectacular.
El Monte Carlo SS, orgullosamente mexicano, estaba dotado de un potente V8 con 265 HP, un motor que ni el Corvette de esos años alcanzaba.
Son muchas las razones que hacen al Monte Carlo SS un auto digno de cualquier colección de autos, de hecho, cuenta la leyenda que algunos gringos cruzan la frontera para hacerse de uno de estos ejemplares.