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Review | “Ana, Mon Amour” (2017)

“Ana, Mon Amour”, una cinta de origen rumano, nos ofrece un concepto de romance más cercano al realismo expresionista y se aleja de los convencionalismos del romance poético. Ganadora del Oso de oro en el festival de Cine de Berlín.

La cinta fue escrita y dirigida por el rumano Cãlin Peter Netzer. En su cuarto largometraje, nos ofrece de nueva cuenta un retrato social y realista acerca de las relaciones personales.

Cine rumano, crudo y realista

Con sus trabajos anteriores nos había acercado a historias íntimas sin dejar de lado el tema social como en “Pozitia Copilului” (2013), que muestra la necesidad de las personas de mantenerse unidas y a su vez sentirse libres lejos del agobio familiar.

Con “Maria”, su primer largometraje de 2003, explora la condición social, la pobreza, la marginación y la realidad infrahumana que se revela ante nuestros ojos. Basada en hechos reales.

En “Medalia de Onorae” (2009), explora la intimidad emocional, el significado de la vida, en retrospectiva a través de un hombre de 75 años que se cuestiona el honor.

Una característica principal de este director es que sus historias están centradas en un contexto social, en el humanismo y el realismo.

Ana, Mon Amour
Diana Cavallioti y Mircea Postelnicu. Foto: Parada Film/Augenschein Filmproduktion/Sophie Dulac Productions.

Se identifica por su manera de dirigir que es discreta, directa y sin adornos innecesarios, siendo por lo tanto su realismo en la narrativa que acoge al espectador y lo envuelve en su espectáculo.

Y hablando de la narrativa, Cälin nos lleva hasta el precipicio de la relación entre Toma y Ana, yendo desde la construcción hasta la destrucción pero a través de una libre asociación de ideas de Toma explora su propia impaciencia e incomprensión hacia Ana y sobre su relación.

Sinópsis

Ana, Mon Amour
Diana Cavallioti y Mircea Postelnicu. Foto: Parada Film/Augenschein Filmproduktion/Sophie Dulac Productions.

Toma (Mircea Postelnicu) conoce a Ana (Diana Cavallioti) mientras son estudiantes de Literatura en la Universidad, ambos se enamoran, pero en su relación ambos se van a enfrentar a una espiral descendente que terminará hundido y agotado.

Ninguno de los dos puede encontrarse a sí mismo ya que parecen estar atados emocionalmente pero rechazados en contraposición por descubrir que conoce muy poco a Ana.

En ese viaje que precisa Toma para intentar salvar a Ana de sus dolencias y carencias emocionales, Ana parece encontrarse a sí misma y superar su trastorno bipolar, llevando a Toma al abismo hasta no poder salvarse a sí mismo.

Y si Toma resurge como el héroe, ¿eso convierte a Ana en villana?

El amor en el cine

Ana, Mon Amour
Mircea Postelnicu. Foto: Parada Film/Augenschein Filmproduktion/Sophie Dulac Productions.

La representación del amor idílico ha sido retratado en numerosas historias desde la literatura.

En “Romeo y Julieta”, que aún con su tragedia definía un romance demasiado perfecto y por lo tanto distante.

En la cinta “Blue Valentine” de Derek Cianfrance (2010) acercándose más en la historia y la realidad.

En “Celeste & Jessee forever” de Lee Toland Krieger, presenta la decadencia del romance que sucede después de un divorcio y cómo mantener una relación acabada y reorganizar sus vidas.

Más allá del realismo retratado para las relaciones personales con la decadencia y los dramas cotidianos de cualquier pareja, añadirle a esas historias un obstáculo por superar o un trastorno mental.

Como lo hiciera David O. Russell en el 2012 con “Silver Linings Playbook” o “Two Lovers” de 2008 con Joaquin Phoenix y Gwyneth Paltrow dirigida por James Gray.

En la cinta francesa del 2012, “À Coer Ouvert”, dirigida por Marion Laine, pone en la balanza el desequilibrio de una relación aparentemente sólida por la espera de su primer bebé.

Y también lo hace Sam Mendes en “Revolutionary Road”, en 2008, con Leonardo DiCaprio y Kate Winslet.

Ana, Mon Amour
Diana Cavallioti y Mircea Postelnicu. Foto: Parada Film/Augenschein Filmproduktion/Sophie Dulac Productions.

Las historias que se centran en romances decadentes, el realismo y que desembocan en un abismo de dramas emocionales y existenciales, quizá son menos populares, porque la realidad golpea más duro y nos identifica más a lo que vivimos o hemos vivido, que ante el romanticismo poético que anhelamos pero no vivimos.

Si otros directores se aventuraron a mostrar historias de amor que se centran en mostrar la realidad con precisión dramática y crudeza natural, más que expresar con poesía y elegancia la superficialidad de las relaciones sin profundizar, invocar en la psicología o ahondar más allá de la simplicidad de la trama.

Ana, Mon Amour

Ana, Mon Amour
Diana Cavallioti. Foto: Parada Film/Augenschein Filmproduktion/Sophie Dulac Productions.

Ana, Mon Amour coloca al protagonista Toma, desde el final de su historia de amor, por lo que el director Cãlin Peter Netzer nos adelanta de la tragedia que se avecina.

Pero la narrativa nos lleva a preguntarnos ¿Qué fue lo que lo llevó ahí? y así a través de una retrospectiva desordenada, nos muestra el principio de un amor intenso, pero creíble y emocionante.

Dos personalidades que se contraponen, Ana es frágil e inestable, Toma es fuerte y más equilibrado. Su disonancia se centra en su amor también desequilibrado pero fuerte.

El director ha llegado a afirmar que le atrae “la disfuncionalidad” por eso sus historias trazan anécdotas que inician a parir de la fractura familiar, social o moral, siendo que en esta cinta, la relación de Toma y Ana vista desde retrospectiva por el propio Toma que confiesa un torbellino de emociones y su propia desgracia.

Con el paso de los años, su relación se plantea como una vorágine que se desata desde un inicio obsesivo y apasionado, hasta que alcanza un punto culminante de desastre y derrumbe.

“Ana, Mon Amour” es un retrato perfecto acerca de las relaciones de pareja

Adrian Titieni y Mircea Postelnicu en Ana, mon amour (2017)
Mircea Postelnicu y Adrian Titieni. Foto: Parada Film/Augenschein Filmproduktion/Sophie Dulac Productions.

Pero la narrativa no solo sostiene esta atípica historia romántica, por su retrospectiva desordenada que resulta atractiva y fascinante, ni por la simpleza de su trama.

Resulta fascinante por la forma que nos narran el romance equilibrado y como es el proceso que concluye la historia, y por el fascinante viaje a la intimidad de una pareja inestable emocionalmente, pero profundamente arraigada por su enamoramiento.

El director, nos aleja de la premisa inicial, del amor romántico y poético. Nos arranca del idilio y nos arroja al descenso de un amor desquiciado y enloquecido.

Todo gira en torno a la idea de la dependencia, la necesidad y los trastornos mentales, de uno de sus protagonistas, que se arroja con valentía a luchar contra los demonios de su pareja, mismos demonios internos que al final arrastran a la destrucción y la dependencia de Toma por Ana.

Diana Cavallioti y Mircea Postelnicu en Ana, mon amour (2017)
Foto: Parada Film/Augenschein Filmproduktion/Sophie Dulac Productions.

Como la primera escena, el director se encarga de retratar con realismo el proceso de enamoramiento, el encanto y por último la destrucción. Como un proceso de sanación, Toma recurre a la terapia, así como el director disecciona las relaciones personales con crudeza, intensidad, locura y realismo.

Es un film doloroso y hermoso. Una exploración íntima y emocional a través de una joven pareja, trágica, desequilibrada e intensamente cruda, que convierte una historia de amor, en una pesadilla trastornada, una lucha internar por comprender lo que pasa con cada uno de los protagonistas.

Y es que ninguno de ellos comprende su propia enfermedad, ni sus miedos, al pasar de un miedo a otro.

Un película recomendada.

Valoración: 7/10

Ana, mon amour (2017)
Parada Film/Augenschein Filmproduktion/Sophie Dulac Productions.
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Prince W. Cantodea

Escritor desde 1999. En LookingBack desde 2018. Novelista y guionista. He escrito 3 novelas, un poemario, 14 cuentos, 3 ensayos y 4 guiones de cine. Publicado en varias revistas y diarios de México y España.

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