Si hay un título que encapsule el espíritu audaz y la estética inconfundible del cine de los años ochenta, ese es The Lost Boys.
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Lanzada en 1987, esta película, además de establerse como un clásico de culto del género vampírico, funcionó como un espejo de los cambios sociales y culturales de la época. Ya sea que la consideres tu placer culpable, una obra maestra de terror adolescente o simplemente una película con un soundtrack fenomenal, hay motivos apasionantes de sobra para revisitar o descubrir por primera vez la ciudad de Santa Clara, California, hogar de los vampiros más cool del cine.

El impacto inmortal de una joya de culto
Cuando la familia Emerson (la madre recién divorciada, Lucy, y sus dos hijos, Sam y Michael) se muda a Santa Clara, buscando un nuevo comienzo junto al abuelo, nunca imaginaron que estaban entrando al corazón de un problema escalofriante. Santa Clara, autoproclamada la capital mundial de los asesinatos, es el refugio de una temible banda de vampiros asesinos. A primera vista, la premisa de The Lost Boys podría sonar a otra cinta más de chupasangres, pero la realidad es que esta historia se atrevió a ir contra la corriente, desafiando las normas sociales conservadoras de su tiempo con una trama que fusionaba el horror, el romance adolescente y una banda sonora legendaria.

La visión genial de los maestros detrás de cámaras
No se puede hablar de The Lost Boys sin rendir un merecido tributo a sus brillantes realizadores. Este filme es uno de los clásicos definitorios de la carrera de Joel Schumacher. Reconocido por su capacidad para generar atmósferas inmersivas en proyectos tan diversos como El fantasma de la ópera, los criticados Batman & Robin y episodios clave de House of Cards, Schumacher encontró en The Lost Boys el lienzo perfecto para desplegar su estilo visual magnífico y cargado de neón y rebeldía.
Asimismo, la solidez narrativa del filme recae en el talento del guionista Jeffrey Boam (D.E.P.), cuya pluma también dio forma a éxitos de taquilla como Indiana Jones y la última cruzada y Arma mortal. La combinación de la oscura estética de Schumacher y el expertise de Boam en la acción y el diálogo cimentó a The Lost Boys como una experiencia cinematográfica única.

Adolescencia, horror y la fuerza del soundtrack
Los años 80 fueron una época efervescente para el cine. Gran parte de la producción se centró en narrativas adolescentes, donde la moda, la actitud rebelde y, crucialmente, la música, eran los pilares de la cultura pop. Pensemos en la manera en que melodías como “The Power of Love” (Back to the Future), “Don’t You (Forget About Me)” (The Breakfast Club) o “(I’ve Had) The Time of My Life” (Dirty Dancing) definieron por completo la atmósfera y el impacto cultural de sus respectivas películas.
Pero, ante todo, los 80 fueron una edad de oro para el cine de horror. Tras la irrupción de los slashers sangrientos a finales de los 70 (Halloween, Black Christmas), la nueva década se llenó de una electrizante mezcla de sangre exagerada, monstruos y adolescentes en peligro, con fenómenos como The Evil Dead, Chucky, y Viernes 13 cautivando a una generación ávida de emociones fuertes.
The Lost Boys logró la combinación perfecta de estos dos mundos: forjó una memorable historia de horror vampírico que presentaba a adolescentes geniales, un toque de romance, efectos de sangre gore y, por supuesto, un soundtrack de primera categoría. La selección musical es esencial: abarca desde una sensacional versión de “People Are Strange” de The Doors a cargo de Echo & the Bunnymen, hasta “Good Times” de INXS. Pero el himno definitivo de la película es “Cry Little Sister” de Gerard McMann. Su coro infantil es utilizado en los momentos más oscuros y atmosféricos de la cinta, dejando una marca indeleble en la memoria del espectador.
De vampiros tenebrosos y estrellas adolescentes
Al ritmo de estas poderosas canciones, nos adentramos en el mundo de los vampiros. La banda es liderada por David, interpretado por un joven Kiefer Sutherland. Sí, antes de convertirse en el agente especial Jack Bauer en 24, Sutherland era este vampiro despiadado de Santa Clara, cuyo look de gabardina de cuero, motocicleta y un peinado inolvidable se convirtió en un ícono de la contracultura de la época.
Entre la adrenalina de las motocicletas y la moda punk de la época, el grupo de chupasangres se propone sumar a sus filas a Michael, a quien da vida Jason Patric. Como en toda película adolescente de los 80, la tensión dramática se complementa con un interés romántico: Star, interpretada por Jami Gertz. La figura de la “chica a la que hay que salvar” es una trama que hoy se considera anticuada, pero que era un pilar narrativo irresistible en aquel entonces.
El contrapeso cómico y el ancla a la realidad lo pone el hermano menor, Sam (Corey Haim), junto a los autoproclamados hermanos cazavampiros: Edgar y Alan Frog, encarnados por Jamison Newlander y la estrella adolescente Corey Feldman. Feldman ya era conocido por éxitos como Los Goonies, Cuenta conmigo y Gremlins. De hecho, la colaboración de Haim y Feldman en The Lost Boys dio origen al fenómeno juvenil conocido como “The Two Coreys”, que protagonizarían juntos en una serie de películas desde License to Drive hasta la cuestionable secuela Lost Boys: The Tribe.
El trend de “The Two Coreys” fue una sensación para los adolescentes. Sin embargo, con los recientes movimientos sociales, Corey Feldman se valientemente animó a exponer la cara oscura de la industria en su documental My Truth: The Rape of 2 Coreys (2020). En él, Feldman se une a otras víctimas de la infancia en la industria para exponer la cultura de abuso infantil que existía en Hollywood y el profundo impacto que tuvo en la vida de ambos actores.
La familia en crisis y el desafío social
Uno de los aspectos más cruciales y a menudo subestimados de The Lost Boys es su audaz planteamiento sobre los valores familiares. La película inicia con el divorcio de Lucy Emerson (la grandiosa Dianne Wiest, actriz que brillaría en Edward Scissorhands), presentando a una madre soltera que regresa a vivir con su padre en Santa Clara sin haber recibido un solo centavo de su exmarido.
El lanzamiento de The Lost Boys coincidió con una nueva ola de conservadurismo en Estados Unidos. Los grupos religiosos de derecha ejercían una considerable fuerza política, y se manifestaban abiertamente en contra del aborto, la homosexualidad y, sí, también el divorcio. Existía una cruzada para “proteger” los supuestos “valores familiares” estadounidenses, lo que implicaba criticar ferozmente a cualquier núcleo familiar que se desviara del modelo tradicional de “mamá, papá e hijos”.
A pesar de que otras películas de los 80 mostraban familias incompletas, The Lost Boys se destacó por no retratar el divorcio como una tragedia moral. En lugar de eso, al igual que cintas como Tres hombres y un bebé, mostró a un núcleo familiar —aunque imperfecto y no tradicional— unido por el amor y el apoyo mutuo.
El hecho de que Lucy fuera una madre soltera buscando trabajo y, al mismo tiempo, mostrando un nuevo interés romántico, era un escándalo para la moral conservadora. No obstante, el filme enfatiza que la fuerza y el apoyo incondicional de la familia es el elemento más poderoso a la hora de resolver el conflicto central contra los vampiros. La película celebra la resiliencia de Lucy y el vínculo inquebrantable entre ella y sus hijos.
Las reglas de los vampiros, con un toque cool
Lo que más destaca de The Lost Boys es su ingeniosa mezcla de elementos del folclore vampírico clásico con un conjunto de reglas nuevas e innovadoras para su universo. No revelaremos las reglas para mantener esta reseña libre de spoilers, pero podemos dar una idea de lo que hace a estos vampiros especiales.
¿Sabías que un humano adulto promedio tiene entre 4.5 y 6.0 litros de sangre? Prepárate, porque los vampiros de The Lost Boys parecen tener al menos el triple, y su “sed de sangre” se manifiesta en chorros de sangre a presión que explotan en la pantalla. Aunque no fue la primera, es considerada una de las mejores películas que supieron aprovechar estos efectos visuales gore tan característicos de los 80, ofreciendo un delicioso festín visual para los amantes del subgénero.
El filme también le da un estilo propio a la sed de sangre, a los rituales de iniciación y a la jerarquía del grupo. Propone poderes vampíricos nuevos, tanto físicos como mentales, que nos dejan con ganas de una exploración más profunda. Si bien algunos efectos o conceptos podrían parecer un poco kitsch hoy, deben apreciarse desde la óptica desenfadada y experimental de los años ochenta.
Además, esta película se le atribuye haber popularizado el término “vamp out”, que años después se haría famoso gracias a Buffy, la cazavampiros. El término hace referencia a la transformación física del rostro del vampiro, pasando de un aspecto humano normal a sacar colmillos y mostrar ojos de color alterado. The Lost Boys fue fundamental para establecer este efecto de transformación facial como una característica vampírica distintiva y emocionante. Y sí, ¡espera a ver su peculiar manera de dormir!
El legado de The Lost Boys y su expansión
The Lost Boys se mantiene como una de esas películas esenciales que componen la columna vertebral de la cultura pop moderna. Nos recuerda el espíritu audaz de los 80, y al mismo tiempo, deja el precedente de importantes problemas sociales y de la industria de Hollywood que son cruciales para recordar y asegurar que no se repitan. Y, por supuesto, nos recuerda por qué los vampiros cool de Santa Clara siguen siendo tan relevantes.
Tras el éxito arrollador, The Lost Boys se transformó en una franquicia. La película fue seguida por dos secuelas lanzadas directamente a DVD: Lost Boys: The Tribe (2008) y Lost Boys: The Thirst (2010).


El universo de The Lost Boys se expandió aún más a través de otros medios. Una novelización del filme original se publicó en el mismo año de su estreno. En 2008, se produjo una miniserie mensual de cómics titulada Lost Boys: Reign of Frogs, cuya historia funcionó como una precuela de la primera secuela, Lost Boys: The Tribe. El legado continúa hasta el día de hoy, ya que actualmente se está preparando un reboot de la película, con Jonathan Entwistle a cargo de la dirección y las jóvenes estrellas Noah Jupe y Jaeden Martell confirmados para los papeles protagónicos.
The Lost Boys es una cápsula del tiempo de una era. Es un recordatorio de que la rebeldía, la música y el espíritu inquebrantable de la familia pueden vencer incluso a la oscuridad más aterradora. Si aún no has tenido el placer de sumergirte en la noche mágica de Santa Clara, o si necesitas un viaje nostálgico de regreso, no lo dudes. Enciende las luces de neón, sube el volumen de “Cry Little Sister” y permítete ser mordido por el encanto eterno de este clásico que se niega a envejecer. ¡Larga vida a los muchachos perdidos!
 

