Es indiscutible que la vida no sería la misma sin los inventos de Alva Edison.
Este hombre prodigioso es recordado por innovaciones como la luz eléctrica incandescente y el fonógrafo, sin embargo, en su mente surgieron creaciones que no son tan conocidas.
Máquina tatuadora
Edison inventó a la antecesora de la máquina de tatuaje – La pluma de plantilla neumática- que patentó en 1876 (para fines de impresión). Es uno de los primeros dispositivos que copiaban documentos de manera eficiente.
En 1891, el artista del tatuaje Samuel O’Reilly, adaptó la creación de Edison para convertirla en una máquina de tatuajes como tal. Entre estas modificaciones, O’Reilly añadió un tubo para depositar la tinta y poco tiempo después, recibió la primera patente para una máquina de tatuajes.
Batería alcalina para autos eléctricos
Edison creía que los automóviles serían alimentados por electricidad, y en 1899 comenzó a desarrollar una batería alcalina que los alimentaría. Su objetivo era crear una batería que funcionara durante 161 kilómetros sin recargar.
A pesar de que nunca pudo concretarse ese proyecto, los acumuladores se convirtieron en su invención más rentable y se utilizaron en señales de ferrocarril y boyas marinas.
Fonógrafo para muñecas
Una vez que Edison patentó su fonógrafo, comenzó a idear formas de utilizarlo. Una idea, fue hacer una miniatura del fonógrafo e insertarlo en una muñeca u otro juguete, dando al juguete inarticulado una voz propia. El fonógrafo fue encerrado en una caja de estaño que compuso el pecho de la muñeca.
Las muñecas hablando se vendieron por unos 10 dólares. Desafortunadamente, los crujidos y silbidos en las grabaciones, eran muy inquietantes y no coincidían con las hermosas muñecas.
Teléfono para comunicarse con espíritus
A raíz de la Primera Guerra Mundial, el espiritismo estaba en su apogeo, y muchas personas esperaban que la ciencia pudiera proporcionar un medio para acceder a las almas de los recién fallecidos. Tomando la idea del teléfono y el telégrafo, Edison anunció en octubre de 1920 que estaba trabajando en una máquina para abrir las líneas de comunicación con el mundo de los espíritus, y explicó al New York Times que su máquina mediría lo que él describió como las unidades de vida que se dispersan a través del universo después de la muerte.
Se cree que en realidad estaba jugando una broma con los periodistas con los que había hablado acerca de su “teléfono espiritual”.